La pareja no debe ser todo si no es saludable

Salvo que la que tengas sea una relación saludable, el hecho de no tener pareja y ser una soltera empedernida no te convierte en una infeliz, para nada. Esa creencia errónea y limitante que incita a estar emparejada para sentirte plena, satisfecha y realizada, no es más que eso, una creencia. En los tiempos que estamos viviendo, es difícil encontrar una pareja estable con quien compartir vivencias y momentos, con un para siempre escrito en la frente. No se sabe muy bien si es porque ya no se lleva el contigo pan y cebolla o porque no es necesario partir piñones con nadie de por vida.

La soledad, bien entendida es un estado que procura paz y bienestar emocional. No necesariamente debe ser negativa ni sinónimo de taras personales que alejen a sexo opuesto u homologo de tu persona. Los convencionalismos pasaron de moda, lo tradicional ya no existe, aunque desde Géminis Agencia Matrimonial, aseguran que todavía quedan personas que buscan ese tipo de pareja o matrimonio con todas las letras. En cualquiera de los casos, todo vale si te hace sentir bien.

Basándonos en esta premisa, no debería ser necesario cuestionarse si se puede vivir sin pareja y ser feliz o, vivir con ella y no ser infeliz. Los paradigmas han cambiado y, pese a que todavía existe la creencia generalizada de que para ser feliz no se quiere un camión (como rezaba la canción) sino una pareja, se trata de eso: una creencia. Como tal, puede hacer mucha “pupa”, pues si en algo crees, ese algo es ley y no puedes ir contra ello sin las consiguientes comeduras de cabeza.

A tenor de algunas investigaciones científicas, porque el amor es ciencia y no sentimiento (nótese la ironía), afirman la necesidad de formar pareja para hallar la plenitud, no se trata de una garantía de felicidad. Ni estar en pareja garantiza la felicidad ni estar soltera, es sinónimo de infelicidad.

Psicológicamente hablando, algunos expertos, sostienen que la felicidad no reside en estar o no en pareja, más bien, se encuentra en la predisposición que se posea para afrontar de manera positiva las relaciones. Siendo la evitación del conflicto con el entorno, el factor clave, persiguiendo una actitud inteligente ante el mismo para evitar conflictos innecesarios, pero enfrentando los inevitables. Esto es aplicable a todo tipo de relaciones.

Pareja o soltería, el eterno dilema

Si hay algo que podemos observar en nuestro entorno y analizar sin tener que hacer mucho esfuerzo, es las relaciones que nos rodean. Padres, amigos, hermanos, conocidos… cada uno de ellos, mantiene sus relaciones de una manera determinada y particular. Es fácil comprobar que alguna de las personas que forman parte de nuestro entorno, no tienen pareja, pero mantienen unas buenas relaciones interpersonales con amigos y familiares, son felices y no necesitan de un consorte que los acompañe. Por otro lado, siempre encontraremos parejas que no son tan felices y pizpiretos o parejas que van a por todas en felicidad y armonía.

Los psicólogos, coinciden en que se trata mas de saber relacionarse positivamente. Esto influye directamente en el matrimonio, obviamente. Siendo así, una persona soltera con buenas relaciones sociales, saludables y positivas, puede ser mucho más feliz que alguien con pareja que pase el día en conflicto.

Contar con un compañero o compañera de vida, puede hacer que nos sintamos bien, acompañados y arropados en los momentos difíciles, sin embargo, una relación en la cual el conflicto esta presente, resulta insatisfactoria, frustrante y genera infelicidad y amargura. Para las parejas que, aun queriéndose, están siempre en conflicto, este hecho puede suponer una fuente de estrés, que en soledad no va a existir. El conflicto, no obstante, puede ser con uno o una misma y brotar hacia fuera cuando menos falta hace.

De la creencia sobre la necesidad de estar en pareja, surgen falsas necesidades y puede darse la dependencia emocional. Cuantas veces encontramos personas que solo quieren estar en pareja por no sentirse solas y cuantas veces, esas relaciones llevan al fracaso y la frustración personal. Son muchas las personas que sienten que no pueden estar bien en soledad. Necesitan compañía para sentirse satisfechas, al menos así lo creen. Esta clase de dependencia se observa en personas que van de pareja en pareja en busca del amor del que carecen que, en realidad es el amor por una misma o mismo. Resulta peor todavía, el hecho de contentarse con una mala relación, para ahuyentar la soledad fruto de nuestra mala relación con nosotros mismos.

Autoestima es la palabra clave de esta cuestión. Una mala autoestima promete la incapacidad para ser felices por nosotros mismos y nos empuja a esa búsqueda incesante de la felicidad que puede ofrecernos alguien externo. Con esto, se responsabiliza a otra persona de nuestra propia felicidad y en el momento en que no cumple con nuestras expectativas, la hacemos culpable de nuestra infelicidad.

Estar en pareja es bonito. Poder contar con alguien para lo bueno y para lo malo. Crear una vida juntos, avanzar por ella y hacer planes que llevar a cabo. El ser humano es sociable y gregario por naturaleza, lo que le incita a rodearse de congéneres y formar familias o grupos donde sentirse útil, arropado y acompañado. El problema surge cuando nos subyugamos a esa falsa creencia de tener que compartir todo con alguien, aunque ese alguien, no sea lo que necesitamos o, merecemos.

Vivimos en una sociedad cambiante. Los modelos de pareja o familia son diametralmente opuestos a los de hace años. Hoy en día, cabe todo. Hemos pasado del amor para toda la vida, al salto de una pareja a otra en búsqueda de la plenitud. No nos damos cuenta de que hemos perdido nuestra esencia y depositamos en otros nuestra felicidad. Con lo sencillo que resultaría poder estar bien y en paz con uno mismo o misma y a partir de ahí, fomentar relaciones de pareja saludables.

El amor empieza en una misma

No debe ser de otra manera. Eso tan manido de que, si no te quieres a ti, no puedes querer a nadie, no es tan descabellado como puede parecer. En realidad, es cierto. El pensamiento de ser feliz, evoca un proceso individual, un camino que cada persona debe recorrer tomando sus propias decisiones, basándose en lo que realmente quiere, necesita y aporta valor a su vida. La felicidad va en gran medida, de la mano de es posibilidad de ser autosuficientes y ser capaces de tomar decisiones sobre lo que queremos en nuestra vida.

En la práctica, la teoría no resulta tan sencilla de aplicar. El modo en el que nos relacionamos con la sociedad y el entorno, influye en nuestra experiencia vital y lo que nos aporta esa felicidad. Para muestra un botón, como ya hemos comentado, existen personas que creen no ser capaces de alcanzar la felicidad sin tener pareja. Esto daña la salud mental de todas esas personas y fomenta las relaciones dañinas que se basan en la dependencia emocional de aquellos que tienen pareja.

Ser felices sin estar en pareja es posible si seguimos algunas pautas, para superar el escollo emocional que supone para algunos. Desprenderse de las creencias míticas como el de la necesidad de encontrar a nuestra media naranja, detectar las formas de presión social o disfrutar de las amistades como lo que son: amistades y no pseudorrelaciones de pareja.

A modo de conclusión, vivir en pareja o tener una, no lo es todo. La soltería puede ser una elección personal alejada de presiones sociales, familiares o, peor aún, personales. Fomentar las relaciones saludables, pasa por erradicar esas creencias arraigadas que fomentan emparejarse continuamente hasta encontrar a la persona adecuada, si es que aparece.

Saber estar con nosotras mismas, sin necesidad de alguien para compartir momentos, es la mejor manera de poder estar con alguien de forma saludable. Crear lazos fuertes, vínculos sólidos y alejados de la dependencia emocional, debe ser la prioridad. La seguridad en una misma y el saber estar en soledad, es una de las bases fundamentales para que una relación de pareja funcione. Si tenemos miedo a estar solas o solos, caemos en nuestra propia trampa de inseguridad que nos lleva a soportar parejas nefastas, relaciones toxicas o vivir en depresión por no tener compañía.

Tener pareja es saludable. No tenerla, también. Del mismo modo que hemos aceptado las diferentes tendencias sexuales y normalizado los diferentes tipos de relaciones que se pueden dar, debemos normalizar la soltería como elección. Ya existen infinidad de personas que optan por alejarse de las relaciones que no aportan nada a su existencia y viven en paz consigo mismas, viviendo la vida plenamente.

Del mismo modo que existen parejas con fuertes lazos, bien formadas y en equilibrio, es posible encontrar la estabilidad sin necesidad de nadie. Todo parte de lo que somos y queremos ser. Si queremos ser felices en pareja, no lo seremos si no la tenemos. Esta muy bien perseguir ese ideal romántico, siempre y cuando, no se convierta en una obsesión peligrosa para la propia salud mental. Los cuentos de hadas con final feliz, siempre fueron en realidad, historias que nos contaron para invitarnos a soñar. La realidad, es otra y tener pareja, requiere de una predisposición mutua para enfrentar situaciones, por amor y no por necesidad.

 

 

 

 

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