Los niños son mucho más complejos de lo que nosotros, como adultos, pensamos. Hace un año me quedé embarazada de mi segundo hijo y, tras 5 meses de embarazo, aborté. Tuve un desprendimiento de placenta y no pudieron hacer nada. Mi hijo, que estaba ilusionadísimo con su nuevo hermanito, no se lo tomó muy bien y al cabo de unos días empezó a tartamudear. Lo hacía poco, sólo cuando le reñíamos y se ponía nervioso. Pensamos que se le pasaría pero ha ido a más. Actualmente lo llevamos a esta logopedia en Valencia de la cual nos hablaron muy bien unos amigos nuestros y está progresando mucho, pero es complicado.
En Logopedia Escolar tratan alteraciones del habla como la dislalia o la disfemia (tartamidez), alteraciones del lenguaje, y de la lectura (dislexia) y son realmente buenos pero cuando hay problemas de este tipo hay que tomarse las cosas con paciencia.
A veces creemos que los niños no tienen problemas y que cuando nosotros éramos así vivíamos la mar de felices y si lo comparamos con los problemas de la vida adulta es verdad pero para ellos, a su edad, sus problemas son importantes y complicadísimos. Y en el caso de mi hijo, perder al que iba a ser su hermano, ha supuesto un duro golpe. No sólo a él obviamente. Yo lo pasé muy mal, y mi marido…. en general toda la familia. Pero nos repusimos y mientras que a mí se me quedará por siempre un vacío en el estómago a él se le ha quedado un residuo de tartamudez.
Me he informado mucho al respecto, claro está, y es muy importante que, cuando esto pasa, se combata la tartamudez desde niños. Es fundamental no reaccionar negativamente ante las dificultades que experimentan, debe evitarse la manifestación de signos de ansiedad o impaciencia. Las autocríticas y censuras en este aspecto deben olvidarse por completo, es mucho mejor practicar la relajación. También es recomendable obtener apoyo de amigos y familiares. Debe tratarse de identificas aquellas personas en las que pueda confiar para compartir los avances del proceso de afrontamiento.
Deben potenciarse situaciones para conversar y hablar en un ambiente relajado y tranquilo, sin prestar demasiada atención a los fallos. Es bueno conservar el contacto visual natural cuando se esté hablando, reforzando la conversación con el lenguaje gestual, movimientos de cabeza, sonrisas. Debe hablarse abiertamente de la tartamudez, informar a los oyentes o practicantes de una conversación si se necesita más tiempo para comunicarse. El tartamudo debe poder utilizar el tiempo que necesite para expresarse. La recuperación probablemente será un proceso largo y gradual, por lo que debe conservarse la paciencia y el respeto consigo mismo.
Lo más difícil de todo esto, lo que más cuenta, es no interrumpirle. Es realmente importante no hacerlo porque así dejamos que se exprese. Lo que ocurre es que, cuando se atranca, a veces cometemos el fallo de acabar sus frases por impaciencia o pensando que así ayudamos pero es justo todo lo contrario. Debemos dejarle su tiempo y su espacio para que termine de hablar diciendo cada una de las palabras, cueste lo que le cueste.