Si se cae un diente de leche antes de tiempo… actúa

diente

Cuando un niño pierde un diente de leche antes de lo que toca, no es solo “un diente menos”. Mucha gente piensa que no pasa nada porque al final saldrá el definitivo, pero la realidad es que sí que importa, y bastante. Perder un diente demasiado pronto puede traer problemas a largo plazo, sobre todo si no se hace nada para mantener el espacio que ese diente ocupaba.

Y aquí es donde entran los mantenedores de espacio.

 

Qué pasa si un diente de leche se cae antes de tiempo

Los dientes de leche sirven para masticar, para hablar mejor y, lo más importante en este tema, para mantener el espacio hasta que salga el diente definitivo.

El problema llega cuando uno de esos dientes se cae antes de lo que debería. Puede pasar por una caries fuerte, un golpe o incluso por un tratamiento en el que el dentista tenga que sacarlo. En ese momento, el resto de dientes se quedan con un hueco al lado… y los dientes no son nada pacientes. Tienden a moverse y ocupar el espacio libre, aunque no les corresponda.

Si eso pasa, cuando llegue la hora de que salga el diente definitivo, se va a encontrar con que ya no tiene sitio. ¿Qué hace entonces? Pues salir torcido, empujando a otros dientes o directamente sin poder salir del todo. Y ahí es donde empiezan los problemas de alineación, la necesidad de brackets y todo lo que mucha gente quiere evitar.

Por eso no se puede dejar un hueco vacío, hay que hacer algo para que ese espacio se mantenga.

 

Las consecuencias de dejar un hueco vacío

Aquí es donde se ve lo importante que es actuar. Dejar un hueco vacío puede parecer una tontería, pero las consecuencias no son nada pequeñas.

  1. Los dientes se mueven: El movimiento dental es natural. Cuando un diente tiene un hueco al lado, poco a poco se inclina hacia allí. Lo mismo pasa con el de arriba, que baja buscando contacto. Eso genera un efecto dominó en toda la boca.
  2. Los dientes definitivos se descolocan: El nuevo diente que debería salir en ese espacio se queda sin sitio. Puede salir torcido, encajado mal o incluso quedarse dentro de la encía más tiempo del que toca.
  3. Problemas al morder: Si los dientes no están bien alineados, la mordida deja de encajar bien. Eso significa que masticar puede ser más complicado, los dientes se desgastan mal y hasta se pueden dar dolores de mandíbula.
  4. Más probabilidades de necesitar ortodoncia: Perder un diente antes de tiempo y no hacer nada multiplica las posibilidades de acabar con brackets o algún otro tratamiento más adelante.

Todo eso se puede evitar con algo tan sencillo como un mantenedor de espacio.

 

Qué son los mantenedores de espacio

En la clínica dental Biodentclinic lo explican así: “los mantenedores de espacio son dispositivos dentales que se utilizan para mantener el espacio entre los dientes cuando uno o varios dientes se pierden prematuramente. Son una parte importante del tratamiento ortodóncico, ya que ayudan a prevenir que los dientes se muevan y que se produzcan problemas de alineación en la boca”.

Son pequeños, no molestan y cumplen una función clave: evitar que los demás dientes se muevan donde no deben. Gracias a ellos, cuando llega el momento de que salga el diente definitivo, este encuentra su lugar libre y puede salir sin problemas.

Lo bueno es que hay distintos tipos según cada caso, y el dentista elige cuál es el mejor para cada niño.

 

Tipos de mantenedores de espacio

Aunque suenen muy técnicos, los tipos de mantenedores se pueden entender fácil. Básicamente, hay dos grupos: los que se pueden quitar y poner (removibles) y los que se quedan fijos en la boca (fijos).

 

Mantenedores removibles

Estos son como pequeños aparatos que se pueden sacar para limpiarlos o para comer, aunque la idea es que se usen la mayor parte del tiempo.

  • Placas de plástico transparente (tipo Essix): Son como fundas transparentes que cubren los dientes y mantienen el espacio. Son cómodas y pasan desapercibidas.
  • Aparatos con alambres (tipo Hawley): Son un poco más visibles porque combinan plástico y metal, pero cumplen la misma función: evitar que los dientes se muevan.

La ventaja de los removibles es que son fáciles de limpiar y el niño los puede quitar, pero esa también es su desventaja: si se le olvida ponérselos o los pierde, dejan de hacer su trabajo.

 

Mantenedores fijos

Estos se colocan en la boca y no se quitan. El dentista los pega o los ajusta para que se mantengan en el sitio hasta que sea necesario.

  • Bandas y tubos metálicos: Se colocan en los dientes vecinos al hueco y con una pieza metálica mantienen el espacio libre.
  • Placas de acrílico fijas: Son más grandes, cubren más superficie y se usan en casos específicos donde hace falta un control extra del espacio.

Estos son más seguros porque no dependen de que el niño se acuerde de ponérselos, pero requieren visitas al dentista para revisarlos de vez en cuando.

 

Cuándo se necesitan

Un mantenedor de espacio no se pone porque sí. Hay situaciones concretas en las que es necesario:

  • Cuando un niño pierde un diente de leche mucho antes de tiempo, ya sea por un golpe o por una extracción.
  • Cuando un dentista saca un diente porque la caries lo ha destruido.
  • Cuando hay tratamientos de ortodoncia en los que hace falta asegurar que un espacio se mantenga.

En cualquiera de estos casos, el dentista evalúa la edad del niño, qué diente falta y cuánto tardará en salir el definitivo para decidir si hace falta un mantenedor y cuál es el más adecuado.

 

Cómo se cuidan los mantenedores de espacio

El cuidado depende de si son removibles o fijos, pero la idea principal es la misma: mantenerlos limpios y revisarlos de vez en cuando.

  • Si son removibles, hay que limpiarlos cada día, igual que se limpian los dientes, con cepillo y agua. Y, por supuesto, usarlos el tiempo que diga el dentista, porque si están más tiempo en el estuche que en la boca no sirven de nada.
  • Si son fijos, lo importante es cepillar bien alrededor y usar enjuagues si el dentista lo recomienda, para que no se acumule placa.

En ambos casos, hay que ir a revisiones para asegurarse de que siguen en buen estado y que el espacio se mantiene correctamente.

 

Lo que pasa si no se pone un mantenedor de espacio

Volvemos a lo mismo: mucha gente piensa que no pasa nada si se pierde un diente de leche y se deja el hueco tal cual. El problema es que el cuerpo no espera y los dientes se mueven.

En cuestión de meses, el espacio se puede reducir y eso hará que cuando salga el diente definitivo lo haga torcido o incluso quede atrapado. Eso significa tratamientos más largos, más caros y más molestos en el futuro.

En cambio, con un mantenedor de espacio, todo ese proceso se evita. Es una solución sencilla a un problema que, si se deja crecer, puede complicarse mucho.

 

Preguntas típicas que todo el mundo se hace

  • ¿Duele llevar un mantenedor de espacio?: Al principio puede molestar un poco porque es algo nuevo en la boca, pero no duele.
  • ¿Hasta qué edad se pueden usar?: Se usan mientras el niño esté en la etapa de dientes de leche y hasta que salga el definitivo en ese espacio.
  • ¿Cuesta mucho adaptarse?: La mayoría de los niños se acostumbran rápido. En el caso de los removibles, lo único es recordar ponérselos.
  • ¿Son caros?: El precio depende del tipo y de la clínica, pero siempre es más barato que un tratamiento de ortodoncia completo para arreglar los problemas que pueden surgir si no se usa.

 

Consejo final

Ante todo, te aconsejamos no dejar pasar el tiempo si tu bebé pierde un diente de leche antes de lo normal. Lo mejor es pedir cita, revisar el caso y, si hace falta, colocar un mantenedor de espacio. Es una forma sencilla de evitar problemas mucho más grandes en el futuro.

Los expertos en el tema insisten en que no es solo “un diente de leche”. Cada pieza tiene un papel en la boca y si se pierde antes de tiempo, lo ideal es actuar cuanto antes para proteger la sonrisa definitiva del niño.

 

Perder un diente de leche antes de tiempo no es algo que se pueda dejar pasar como si nada

Ese hueco puede convertirse en un dolor de cabeza a futuro si no se cuida. Los mantenedores de espacio existen para eso: para reservar el sitio hasta que llegue el diente definitivo.

Son sencillos, no duelen, los niños se acostumbran rápido y, lo más importante, evitan problemas de alineación, mordida y ortodoncia más complicada en el futuro.

Así que la idea es clara: si un diente de leche se cae demasiado pronto, hay que actuar. Consultar con el dentista, ver si hace falta un mantenedor y seguir las indicaciones para que, cuando toque, el diente definitivo encuentre su lugar perfecto.

Porque sí, parece algo pequeño, pero a la larga marca una gran diferencia en la salud dental de cualquier niño.

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