Como cantaba Mercedes Sosa, “pasa todo pasa”, y el tiempo el que más. No nos queremos dar cuenta, pero de repente, nuestro pequeño se ha hecho mayor y es el momento de ir a la Universidad. Quizás él piense que ya está preparado para tomar una decisión, pero nosotras tenemos que estar siempre presentes y, respetando su espacio, saber ayudarle.
Si para los adolescentes es uno de los momentos más importantes de la vida el de la entrada en la universidad, y a ser posible en las mejores de España, para sus padres no lo es menos.Van a sentir muchas emociones y es bueno conocerlas para saber cómo convivir con ellas de la mejor manera posible.
No hay persona más orgullosa que una madre cuando su hijo acude a la Universidad. Los que también fueron en su juventud porque piensan que sus hijos continúan la tradición y los que no pudieron ir se sienten conmovidos porque sus hijos sí lo han conseguido. Ese orgullo es legítimo y sano y hay que disfrutarlo y compartirlo. Es bueno que ellos sepan lo orgullosos que estamos del paso que van a dar.
También se sentirá el sentimiento de miedo, sobre todo el que nace de la incertidumbre. La incertidumbre de saber cómo les irá. Si se adaptarán bien, si las cosas serán como ellos creen. Para ello es preciso, antes de todo, analizar con el adolescente todos los puntos de su marcha a la universidad, estar seguros de que todo está bien resuelto de antemano: la matrícula en el college o la universidad, el alojamiento, el seguro médico, etc.
Y como no, llega el momento de la soledad. Nuetros pequeños abandonan el nido. Tranquila, es un sentimiento normal. Y más aún si has pasado mucho tiempo con ellos, y ahora, de repente, te quedes sin su compañía. Una buena idea para los padres y madres de hijos que se van a la universidad es buscar alguna afición, dedicar algo de tiempo semanal a una actividad nueva. Y es que la vida sigue adelante.
Saberlo todo. Muchos padres tienen la necesidad de saberlo todo sobre la nueva vida de sus hijos. Eso no es bueno. Hay que saber respetar su espacio, confiar en él. Es importante que controlemos el impulso de llamar continuamente o acercarnos a visitarlos cada fin de semana. Lo mejor es fijar un par de días para realizar llamadas, y quedar con él para ver qué momento es el mejor para hacer una visita.
Una nueva vida comienza tanto para nuestros hijos como para nosotros. Ahora es nuestro momento. Hay que sentirse orgulloso de que nuestros adolescentes ya sepan volar solos, y que estén construyendo su futuro.