Todo lo que debes saber sobre el suelo pélvico

Seguro que a todas nos suena esto del suelo pélvico, sobre todo asociado al parto y a los problemas más comunes de la salud femenina. A veces parece como si fuera a ocurrirnos lo peor si padeciéramos algún tipo de disfunción en esta parte de nuestro cuerpo, aunque la realidad no suele ser para tanto. Como en todo tipo de afecciones y problemas de salud, existen grados y formas de prevenir las peores consecuencias. Respecto al suelo pélvico sucede lo mismo, la prevención es esencial, aparte de que, en el caso de aparecer algún problema, existen diversos tratamientos. Desde los no invasivos hasta la cirugía.

Cabe señalar que el suelo pélvico y sus problemas, no son exclusivamente asunto de mujeres. Los hombres también tienen suelo pélvico y pueden padecer algunos de los problemas derivados de esa zona tan conocida y desconocida de nuestro cuerpo al mismo tiempo.

Lo primero que debemos saber es que el suelo pélvico no es sino el conjunto de músculos y ligamentos que rodean la cavidad abdominal en su parte inferior. Este conjunto de músculos, se ocupa de sostener todos los órganos pélvicos, es decir la vejiga y la uretra, el útero y la vagina y el recto, asegurando su normal y correcto funcionamiento. Es una parte del cuerpo dinámica que se adapta a nuestro movimiento manteniendo la tensión adecuada para sujetar los órganos dentro de la cavidad pélvica. Cuando el suelo pélvico se debilita, se producen los problemas que pueden afectar al normal funcionamiento de los órganos pélvicos. Así nos lo cuentan desde el Centro Quirúrgico Calero y Manzano, expertos en cirugía general que también nos han hablado de los posibles tratamientos, como veremos más adelante.

Como saber si se debilita el suelo pélvico

Dentro de los síntomas que se pueden presentar cuando se produce la debilitación del suelo pélvico, se encuentran la incontinencia que puede ser tanto urinaria, como fecal, molestias, dolor e incluso el prolapso de uno de los órganos que se encuentran en la zona pélvica. Como se puede entender, las consecuencias de este tipo de problemas son algo más que meras molestias que pueden llegar a hacer que quien los padece no disfrute de una buena calidad de vida. La buena noticia es que se puede solucionar.

Algunas de las causas que inducen a la debilitación del suelo pélvico son factores tan naturales como el parto natural, el estreñimiento crónico, los deportes de impacto, la obesidad, enfermedades respiratorias crónicas y tabaquismo y cirugía ginecológica o tratamientos agresivos. Es muy habitual que a las mujeres a las que se les practica una histerectomía se le advierta de la posibilidad de que se debilite el suelo pélvico.

Sin embargo, antes de que se produzca esta disfunción y los consiguientes síntomas molestos, existen algunas pautas que se pueden llevar a cabo para la prevención del problema. Entre ellos, podemos destacar el entrenamiento y el ejercicio regular dedicado exclusivamente a fortalecer los músculos del suelo pélvico. Tampoco está de más tener unos buenos hábitos y técnicas para ir al baño. Incluir en la dieta alimentos ricos en fibras y probióticos que fortalecen la salud y el tránsito intestinal. Igualmente, es importante mantener un peso acorde y estable, así como una buena postura, sobre todo en posición sentada. Realizar actividades de bajo impacto como abdominales hipopresivos, bicicleta, natación o bicicleta elíptica son buenos ayudantes para fortalecer la zona pélvica sin darse cuenta.

En la actualidad, las disfunciones del suelo pélvico son muy habituales y constituyen un problema oculto y silenciado. Resulta bastante común que debido a un simple estornudo, se sufra una involuntaria pérdida de orina. Esto puede conllevar un sentimiento de vergüenza y temor a que alguien note la fuga. En el caso de las mujeres, es muy común caer en el uso de salvaslip para evitar que las mini fugas se noten y se asume que es parte de la naturaleza femenina. Lo cierto es que no es así por naturaleza. El debilitamiento del suelo pélvico es un problema y las disfunciones del mismo, abarcan una serie de afectación que incluye alguno o varios de los músculos que, como ya hemos dicho, dan soporte y sostén a la vejiga, el útero y el recto, entre otros. Esto se traduce en que, ante la realización de un esfuerzo físico que aumenta la presión intraabdominal, como toser, reír o correr, se pueden sufrir pérdidas involuntarias de orina, heces, dolor en la zona o un prolapso. Esto último, consiste en que alguno de los órganos citados sobresalga por la vagina.

Pese a que pueda parecer un problema minoritario, se trata de algo bastante común. La mitad de las mujeres afirman haber tenido alguno de estos problemas, siendo las pérdidas de orina los más frecuentes. Aun así y con una clara tendencia al alza, tan solo una de cada cuatro mujeres va a la consulta a plantearlo. Esto se debe a que no se le concede la necesaria importancia o se siente vergüenza. La falta de información y sensibilización sobre el problema es otro factor añadido, puesto que al tratarse de una afección habitual y que no se percibe como de riesgo, no se considera necesaria la atención sanitaria.

No obstante, se trata de un problema que se puede abordar dentro de la medicina y existen diferentes modos de atajar el mismo cómo vamos a ver a continuación.

Tratamientos más habituales para la disfunción del suelo pélvico

En primer lugar, debemos decir que muchas mujeres que padecen problemas que afectan al suelo pélvico, no requieren de ningún tipo de tratamiento especializado. Sin embargo, cuando los síntomas son molestos o restringen la actividad, los diferentes tratamientos pueden ayudar en gran medida. Además de que es posible que las mujeres puedan tomar medidas por ellas mismas o en combinación con los tratamientos médicos, con la finalidad de reducir o aliviar los molestos síntomas.

La medicina ofrece tratamientos no invasivos o quirúrgicos como medida inicial aunque para los casos de mayor afectación, es posible recurrir a los tratamientos invasivos o quirúrgicos.

Dentro de los tratamientos no quirúrgicos, se pueden realizar diferentes acciones. Una de ellas que además se puede y deberíamos realizar sin que se produzca el problema, es el entrenamiento de los músculos del piso pélvico. Los también conocidos como ejercicios de Kegel, consisten en un entrenamiento que implica apretar y aflojar los músculos del suelo pélvico. Si se realizan correctamente y de forma rutinaria, estos ejercicios mejoran los síntomas del prolapso aunque no pueden corregirlo si se produce.

Por otro lado, existen inyecciones para controlar la vejiga. Es posible inyectar algunos agentes formadores de más cerca del cuello de la vejiga y uretra para que se engrosen los tejidos y cerrar la abertura. En ocasiones es conveniente recetar medicamentos que sirven para tratar los problemas del control de la vejiga o prevenir las deposiciones flojas o evacuaciones intestinales frecuentes.

Otra alternativa es el pesario vaginal, un dispositivo plástico que se utiliza para tratar algunos tipos de prolapso y mejorar el control de la vejiga. Se inserta en la vagina para ayudar a mantener los órganos pélvicos en su lugar.

Hasta aquí los tratamientos no invasivos a los que se puede recurrir en caso de padecer algún tipo de disfunción del suelo pélvico. En cuento a los tratamientos quirúrgicos, podemos señalar que son la mejor opción cuando el resto de tratamientos fracasas. Algunos de estos tratamientos, a pesar de ser invasivos, se realizan de forma ambulatoria.

Para el prolapso, la cirugía puede ser la mejor opción, puesto que implica reparar el prolapso y reconstruir el apoyo del suelo pélvico. Existen varias maneras realizar este tipo de cirugía en función del tipo de prolapso y otros factores. En el caso de mujeres con prolapso uterino existe la posibilidad de realizar una histerectomía. Las mujeres que se someten a una cirugía para reparar el prolapso suelen someterse a una cirugía para prevenir los problemas de control de la vejiga. Otras optan por la colpocleisis que trata el prolapso mediante el angostamiento y acortamiento de la vagina, se trata de un procedimiento efectivo y de bajo riesgo.

En el caso de tratar los problemas de control de la vejiga, la cirugía más efectiva es el cabestrillo mediouretral, en el cual el cirujano coloca un cabestrillo o malla con la finalidad de sostener la vejiga en su posición natural. O la colposupresión, en la cual el cirujano coloca la vejiga en su posición correcta y la mantiene en el mismo mediante una fijación a las paredes de la vagina y los tejidos del suelo pélvico.

Cuando se trata de problemas de control fecal, es posible necesitar una cirugía que repare los músculos dañados del esfínter anal, o reparar determinados tipos de prolapso.

No todas las mujeres son buenas candidatas para someterse a una cirugía de estas características, puesto que por norma general, las mujeres que desean tener hijos no deben pasar por una cirugía pélvica. Aparte de que puede producirse el prolapso tras su corrección.

En la actualidad, la ciencia médica trabaja en investigar las opciones de tratamiento combinado con mejor resultado para las mujeres. Evaluando los resultados en mujeres sometidas a reparación del prolapso vaginal y el cabestrillo mediouretral, es posible conocer la efectividad del tratamiento.

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