Tengo 30 años, soy doctora, vivo en una casa unifamiliar en Granada con mi marido y dentro de unos meses vamos a recibir al nuevo miembro de nuestra familia: Iván. Es raro ponerlo por escrito todavía, como si decirlo en voz alta me hiciera más consciente de lo real que es todo esto. Estoy embarazada de nuestro primer hijo y, aunque estoy acostumbrada a tomar decisiones importantes en mi trabajo, esto de prepararlo todo para su llegada me está removiendo por dentro de una forma que no me esperaba.
Nuestro hogar siempre ha sido funcional, cómodo para los dos y con algunos rincones improvisados. Pero ahora, de pronto, he empezado a mirar cada mueble, cada enchufe, cada escalón y cada puerta con otros ojos. Y eso nos ha llevado a iniciar una reforma bastante completa para dejar la casa lista para cuando Iván esté con nosotros. Mi marido, que tiene 29 años y es fotógrafo, se ha volcado totalmente en esto. Tiene buen gusto, paciencia y además se le da bastante bien el tema de arreglos y bricolaje. Así que estamos haciendo un buen equipo en este proceso que está siendo tan bonito como agotador.
Adiós a lo que ya no encaja
Lo primero fue hacer una lista de todo lo que podía suponer un peligro o una incomodidad cuando tengamos al bebé en casa. Hay cosas que usábamos sin problema los dos, pero que ahora ya no tienen sentido.
Por ejemplo, teníamos una mesa de centro con esquinas muy marcadas en el salón. No solo era incómoda, sino que con un niño pequeño que empieza a gatear se convierte en un problema directo. Esa fue de las primeras cosas que retiramos. También cambiamos algunas lámparas de pie que podían volcarse con facilidad y sustituimos alfombras que se movían demasiado por otras con base antideslizante.
Mi marido fue el encargado de revisar los enchufes. Teníamos muchos sin protección, algunos bastante bajos, así que colocamos tapas de seguridad en todos los que iban a quedar accesibles. Aprovechamos también para reubicar cables y regletas que antes estaban medio escondidas detrás de muebles pero que ahora, con un bebé explorador, dejarían de estar tan protegidas.
Lo que más nos costó fue reorganizar el espacio. Nuestra casa no es pequeña, pero tampoco tiene habitaciones de sobra. Teníamos un cuarto de invitados que usábamos poco y decidimos que ese sería el nuevo cuarto de Iván. Fue un paso que me costó un poco porque me gustaba tener ese espacio para visitas, pero ahora tenía todo el sentido del mundo.
Transformando el cuarto de invitados en el dormitorio de Iván
Este fue el cambio más simbólico y también el que más ilusión nos hizo. El antiguo cuarto de invitados tenía una cama doble, una cómoda y poco más. Las paredes eran grises y la decoración bastante neutra. Práctico, pero sin alma. Así que lo vaciamos por completo y empezamos desde cero.
Elegimos un tono verde suave para las paredes. Queríamos algo que transmitiera calma, pero que no fuera lo típico. Nos apetecía que fuera acogedor sin caer en los colores demasiado de bebé. Compramos una cuna blanca muy sencilla, con barrotes anchos, y un cambiador que también sirve de mueble de almacenaje. La idea era no sobrecargar el espacio, sino dejarlo aireado y cómodo para movernos cuando estemos allí con él.
Una cosa que me recomendó una amiga fue que dejáramos espacio libre en el suelo para una alfombra grande, de esas acolchadas, para cuando empiece a moverse y a jugar. Así que también lo añadimos. De hecho, ya la tenemos, aunque todavía está enrollada. La miramos con cierta emoción cuando pasamos por allí.
En cuanto a la decoración, pusimos unas láminas con ilustraciones de animales, pero no demasiado infantiles. También instalamos una luz de noche con intensidad regulable y una cortina que oscurece bien la habitación. A Iván no le hará falta mucho más al principio, pero nos gustaba ir dejándolo preparado poco a poco.
La cocina, un espacio a reformar con ayuda profesional
La cocina era otra historia. Aunque estábamos acostumbrados a ella, sabíamos que necesitaba una reforma más profunda si queríamos que fuera un espacio seguro y cómodo con un bebé en casa. Al principio dudamos, porque no es un cambio barato y además implica obras, pero luego pensamos que, si íbamos a hacerlo, lo mejor era hacerlo bien desde el principio.
Así que nos pusimos en contacto con Crearsur, una empresa especializada en reformas integrales aquí en Granada. Ya habíamos oído hablar bien de ellos y cuando les escribimos fueron súper rápidos y claros en todo. Les explicamos que queríamos una cocina más segura, con materiales fáciles de limpiar, menos recovecos y sobre todo, sin muebles con esquinas puntiagudas ni electrodomésticos mal ubicados.
Ellos nos dieron varias ideas prácticas: colocar los enchufes más altos, instalar cierres de seguridad en los cajones inferiores, usar materiales resistentes pero suaves al tacto y reorganizar la zona de comedor para tener más espacio. También nos recomendaron eliminar uno de los muebles colgantes que quedaba muy bajo, justo sobre la zona donde pensamos poner la trona. Ese tipo de detalles son los que agradeces cuando cuentas con alguien que realmente sabe.
La obra empezará dentro de unas semanas y aunque da un poco de vértigo, creo que es una de las mejores decisiones que hemos tomado. No solo vamos a ganar en seguridad, sino en funcionalidad para todos.
Espacios en la casa para el aprendizaje y el juego
Una cosa que leí en varios sitios y que me pareció muy útil fue el tema de crear rincones dentro de casa pensados para el aprendizaje desde que son muy pequeños. Por eso quiero ir preparando pequeñas zonas donde el bebé pueda aprender y explorar.
Por ejemplo, en el salón dejamos un hueco cerca del sofá para poner una estantería baja, donde más adelante podamos colocar juguetes accesibles para él. También pensamos en tener un espejo a su altura, bien asegurado, para que pueda mirarse cuando empiece a sentarse solo. Y estamos valorando la idea de crear una especie de mini zona Montessori en el pasillo, con alfombra, cojines y un par de paneles sensoriales que podamos ir cambiando con el tiempo.
Otra recomendación que nos pareció buena fue mantener algunas puertas abiertas, como la del despacho de mi marido, y adaptar el espacio para que pueda estar con él mientras trabaja. Aunque es fotógrafo, también pasa tiempo editando en casa, y le hacía ilusión que Iván tuviera una pequeña zona segura cerca de su mesa.
Detalles que también importan
Hay muchos pequeños cambios que vamos haciendo sobre la marcha, pero que marcan la diferencia. Sustituimos los picaportes de algunas puertas por otros más fáciles de manejar, revisamos las ventanas para asegurar que tienen cierres seguros y colocamos un felpudo antideslizante en la entrada porque en días de lluvia la zona quedaba resbaladiza.
También hicimos algo que puede parecer una tontería pero que me dio tranquilidad: guardamos productos de limpieza y medicinas en cajas con cierre y las subimos a los estantes más altos. No queríamos esperar a que Iván empezara a gatear para hacerlo. Preferimos tenerlo todo controlado desde ya.
Otra cosa que hicimos fue instalar una cámara de vigilancia en su habitación. Porque quiero saber que podemos verlo cuando esté durmiendo para asegurarnos de que esté bien, sobre todo al principio.
Cómo nos está cambiando esta reforma
Más allá de los cambios físicos, esta reforma está teniendo un efecto muy emocional en nosotros. Ver cómo la casa se va transformando poco a poco, cómo pasamos de tener un cuarto de invitados a un cuarto para nuestro hijo, cómo vamos adaptando los espacios… todo eso nos hace sentir que el cambio ya está aquí, que no es solo algo que va a pasar en pocos meses, sino algo que ya está ocurriendo.
También nos ha unido mucho como pareja. Mi marido está tan implicado como yo, y aunque hay decisiones que nos cuestan, intentamos tomarlas en equipo. Él es más visual, yo más práctica. Él piensa en cómo se va a ver la habitación en las fotos, yo en si hay espacio suficiente para moverse sin tropezar. Y, sorprendentemente, eso funciona muy bien.
Dejando todo listo para darle la bienvenida
Ya faltan solo tres meses para que Iván esté con nosotros, y aunque a veces me entra el agobio de pensar si llegaremos a tiempo con todo, también siento que estamos haciendo lo mejor que podemos.
La reforma no ha sido fácil, pero sí muy necesaria. Cada cambio que estamos haciendo tiene un motivo. Y aunque soy consciente de que luego vendrán más ajustes, que improvisaremos muchas cosas y que no todo será perfecto, me siento tranquila.
A medida que veo cómo va quedando todo, me emociono más. Porque ya no estamos preparando una casa solo para nosotros. Ahora estamos preparando un hogar para los tres. Cosa que al principio me abrumaba, pero que ahora me hace más ilusión que nunca.