Hacer una mudanza con niños es una auténtica locura. Ya lo he dicho, y os aviso de que si pensáis hacerla de todas formas acabaréis locos o subiéndoos por las paredes. Una recomendación que sí os hago es que contratéis el servicio de una buena empresa de transporte porque os ahorrará problemas. Yo llamé a Mediterráneo Expres, os redirijo por si os interesa, y estoy muy contenta con ellos la verdad.
Si ya de por sí las mudanzas son una locura no os podéis imaginar la locura que puede llegar a ser cuando hay niños de por medio. A lo mejor alguno de vosotros ya lo habéis vivido y podéis mandarnos vuestra experiencia pero para los que no os aconsejo esto: si podéis esperar a que cumplan los 18, hacedlo, no os mudéis porque moriréis en el intento.
¿Sabéis lo que es estar recogiendo cosas y metiéndolas en cajas como loca porque se nos acaba el tiempo y que tus hijos de 5 y 6 años se estén dedicando a sacar de nuevo sus juguetes y esparcirlos por toda la casa? A ver, yo entiendo que son niños y que quieren jugar pero es que les pides que no hagan algo y en cuanto te descuidas tienes el lío montado. No los ahogué porque en mi fuero interno los quiero con locura pero en ese momento mi marido tuvo que contenerme porque de ser por mí los habría cogido de un puñado y los habría atado a las sillas del comedor para que se estuvieran quietecitos.
Hay una serie, se llama “Mudanzas XXL” donde los transportistas cogen la casa entera, la suben a un camión, y la cambian de sitio y ¡Se finí! Ya está la mudanza hecha. No estaría nada mal poder hacer lo mismo aquí ¿no? Si fuera posible a lo mejor hasta dejaba a mis hijos dentro de la casa para que los transportaran con la mudanza, jejeje.
El caso es que los niños pueden ser una auténtica tortura en esos momentos y una buena ayuda sería que vuestra madre, hermana, tía o una amiga se quedara con ellos un ratito mientras tú organizas la mudanza pero claro, a lo mejor eso es mucho pedir, o no, nunca se sabe.
Yo al final mandé a mi marido con los niños al parque. Preferí encargarme yo sola toda la santa tarde de guardar cosas antes que seguir viéndolos corretear por la casa. Aunque lo mejor vino cuando a las 18:30 empezaron los dos a la vez y al unísono a pedir la merienda. Yo estoy completamente segura de que no se morían de hambre y de que podían esperar 15 minutos a que acabara lo que estaba haciendo pero según ellos se estaban muriendo y sus tripas crujían hambrientas. Les hice un sándwich a cada uno, de jamón y queso, y les puse un vaso de leche y ¿sabéis qué? Ninguno de los dos se lo terminó.
Lo dicho, en las mudanzas los niños cuando más lejos mejor.