Normalmente, los niños no se portan mal cuando acuden al odontólogo. Conocer los motivos que pueden llegar a causar que tengan miedo conseguirá que podamos ayudarles. En Clínica Dental José Luis Cano aseguran que hay una serie de factores que tanto a ellos como a otras clínicas del sector les parecen que son fundamentales para que los niños no lo pasen mal cada vez que visitan al dentista.
Vamos con ellos:
Miedo a los padres
Los niños aprenden copiando a los adultos que son su referencia, como es normal su padre y su madre. Por todo ello es importante que los padres no tengan miedo de ir al odontólogo y que, en caso de que o tengan, no se transmita al pequeño.
Miedo al dolor
Hay niños que no van a la consulta hasta que no tienen un problema importante, porque le duele. Lo interesante sería que los niños fueran al dentista desde bien pequeños, haciéndose revisiones para así evitar las posibles complicaciones que pudieran producirse. Se tiene que normalizar su visita.
Miedo a lo desconocido
Lo mismo que lo adultos, los niños pueden llegar a tener miedo a lo que no conocen. Al no conocer este sitio, no saben lo que pueden hacerle, lo que hace que tenga mucha importancia un ambiente lleno de positividad y que sea agradable.
¿Cómo se puede ayudar al niño para que la visita al dentista sea agradable?
Normalmente los niños suelen observar mucho. Esto hace que lo primero que hacen cuando llegan a las consultas es ver cómo está, tanto la decoración como la distribución. Lo mejor es que la sala de espera haya alguna mesa y sillas pequeñas para que puedan sentarse, que tengan cuentos o tebeos, de tal manera que la tranquilicen.
Igualmente, es conveniente que se citen varios niños seguidos. Cuando el niño ve a otros, se toma como más normal la situación.
En cuanto el niño está ya en el interior, siempre es bueno que el profesional se gane la confianza del pequeño de alguna forma. Una mezcla de amabilidad y firmeza. Muchas veces lo que hace el odontólogo es preguntar sobre su nombre, el colegio, el equipo de fútbol que más le gusta, etc.
Una vez acaba el procedimiento es importante reforzarle, elogiar como se portó y también decírselo a sus padres. Así el niño se va a sentir bien y no tendrá problemas para regresar a la consulta.
Los adolescentes
Cuando el paciente que se trata es un adolescente, hay que pensar en los cambios psicológicos que se producen en una época tan convulsa como es la adolescencia.
Hay que tener cuidado en la forma en que se encaran las visitas, puesto que pueden desencadenarse dificultades en las relaciones con los familiares o que aparezca tensión con el personal de la clínica.
En la adolescencia aparece una falta de reconocimiento de la autoridad, por lo que se hacen preguntas y se cuestionan todas las normas que establecen las personas adultas, aunque en este caso sea el dentista. Una carencia de experiencia vital, que hace que sus posturas sean realmente rígidas y extremas, por lo que desarrollan un sentido ideal de lo que es para ellos la justicia.
Los mundos se amplían y la familia va perdiendo protagonismo a favor de su grupo de amistades Una forma de marcar diferencias con esa etapa anterior en la que eran protegidos y cuidados.
Todas las cosas que antes admiraban de sus padres, ahora se juzgan y critican, pero eso sí, no nos confundamos, aunque haya un rechazo aparente, todavía necesitan a los padres y si sabemos “conducirlos”, nos harán más caso que si nos oponemos frontalmente.
Conclusiones
No debemos olvidar que siempre tenemos que normalizar las visitas que hacemos al dentista, pues hay que trabajar desde la prevención, siendo oportunas las planificaciones de las visitas rutinarias de revisión, aunque no tengamos los dientes muy dañados.
Así el niño lo verá como algo normal y cuando llegue a la edad adulta, irá al dentista sin problemas.
Conviene insistir en lo importante que es el cepillado y enseñar, tanto al niño como a sus padres como se hace correctamente. Hay que adquirir unas costumbres correctas a la hora de realizar la higiene bucodental.
Cuando se trabaja con los niños, los padres tienen que tener bastante claras las formas de actuar. Al final son los responsables de que los niños tengan unos hábitos buenos y cuanto antes empiecen mejor
Esperamos que te hayan quedado claras las actitudes y costumbres que debemos tomar los padres para que así ir al dentista no sea sinónimo de pasar un mal rato, ni para los niños ni para los padres.