Las mujeres pierden oído a los 60 años.

Mujer sorda

En España hay casi un millón de personas con deficiencia auditiva mayores de 60 años. De ellos, un 57% son mujeres. Vamos a hablar del deterioro auditivo producido por la edad, de cuáles son sus causas y cómo se puede combatir.

Que las personas pierden oído con la edad es un hecho. Lo podemos ver en las personas mayores. A muchas de ellas les cuesta seguir una conversación. Te piden que repitas las palabras una y otra vez, o malinterpretan lo que les has dicho. Con frecuencia, algunas personas mayores hablan alzando la voz, hasta gritando. Lo hacen porque les cuesta escucharse a sí mismos, cuanto no escuchar a los demás.

Dice el refrán popular que  “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar.” La pérdida auditiva que apreciamos en los mayores nos advierten sobre problemas de salud que podemos padecer nosotros con la edad. No debemos alarmarnos. Como veremos más adelante, no es un problema irresoluble. Podemos prevenirlo y combatirlo en gran medida.

La pérdida auditiva con la edad es ligeramente mayor en mujeres que en hombres. Esto tiene una base genética.  Los pequeños huesos que forman el oído interno son algo más endebles en el caso de las mujeres que en los varones. Al mismo tiempo, las mujeres suelen sufrir enfermedades de debilitamiento óseo como la osteoporosis con más frecuencia que los hombres. Algo que también afecta a los huesos del oído.

Para controlar este problema, los especialistas de los centros auditivos Efeta, una red de clínicas auditivas de la provincia de Córdoba, con más de 45 años de experiencia, recomiendan a las personas realizarse una evaluación del oído a partir de los 50 años. Edad en la que aparecen los primeros síntomas que nos anuncian el deterioro aditivo. A partir de los 60 años, según ellos, las visitas a los centros auditivos deberían ser regulares.

Veamos en concreto por qué se produce esta pérdida.

¿Por qué perdemos oído con la edad?

La revista Medline Plus habla de la hipoacusia. La causa más habitual de deterioro auditivo relacionada con el envejecimiento. Este fenómeno o dolencia se basa en el daño y muerte de las células pilosas que se encuentran en nuestro oído interno.

Estas células son las responsables de transformar las ondas sonoras que llegan al oído en impulsos nerviosos que codifica e interpreta el cerebro. Con la edad, debido a cambios que se producen en el interior del oído, como el crecimiento de algunos huesos o la erosión de los mismos, algunas células pilosas terminan dañadas.

Uno de los problemas que tienen estas células es que no se pueden regenerar, ni el cuerpo fabrica unas nuevas. Por lo que la pérdida auditiva es permanente y no se puede revertir.

Aunque la causa principal de la hipoacusia es el deterioro propio de la edad, existen otros factores que influyen como los antecedentes genéticos, la exposición continuada a altos niveles de ruido y el tabaquismo. Los fumadores son más propensos a sufrir pérdidas de audición que los no fumadores.

Cuando un otorrino analiza un caso de pérdida auditiva, tiene en cuenta los antecedentes familiares. En gran medida, la hipoacusia es hereditaria. Con esto no queremos decir que una persona, cuyos padres se quedaron sordos en la vejez, vaya a perder facultades auditivas irremediablemente. Pero sí tiene una cierta propensión.

Existen otras condiciones que también influyen en la pérdida de oído. Enfermedades como la diabetes o el consumo de determinados medicamentos, como los que se usan durante la quimioterapia para reducir los efectos de este tratamiento contra el cáncer, también afectan a la salud del oído.

Consejos para preservar la salud auditiva.

Es importante entender que la pérdida de oído con la edad no es una maldición bíblica. No es algo que nos vaya a suceder sí o sí. Existen determinadas prácticas que pueden hacer que conservemos nuestro oído aunque cumplamos años. Estos son algunos consejos que puedes seguir para ello:

  1. Evitar ruidos intensos: La exposición continuada a sonidos fuertes es una de las principales causas de la pérdida auditiva. Utilizar protección, tapones en entornos ruidosos o al manejar herramientas que emite mucho ruido, reduce el daño en los oídos considerablemente.
  2. Limitar el uso de auriculares y el volumen: Escuchar música o cualquier audio a un volumen alto, especialmente con auriculares, daña las células pilosas. Se recomienda mantener el volumen de los aparatos reproductores a menos del 60% del volumen máximo y limitar el uso continuo de auriculares.
  3. Practicar el “Descanso auditivo”: Es importante permanecer un tiempo en silencio y darles descanso a los oídos después de estar expuestos a sonidos fuertes o a música. Esto permite que el oído interno se recupere y reduzca el daño acumulado.
  4. Mantener los oídos secos y limpios: La acumulación de cerumen y la humedad afectan la audición. Limpiar los oídos adecuadamente y evitar el uso de bastoncillos ayuda a prevenir infecciones y problemas en el interior del oído.
  5. Mantener un estilo de vida saludable: La hipertensión, el colesterol alto y la diabetes pueden afectar la audición, ya que afectan el flujo sanguíneo en el oído. Llevar una dieta equilibrada y realizar ejercicio regularmente ayuda a cuidar la salud auditiva.
  6. Evitar el consumo de tabaco y moderar el alcohol: Fumar y consumir alcohol en exceso dañan los vasos sanguíneos del oído, lo que puede acelerar el deterioro auditivo.
  7. Controlar el estrés: El estrés y la ansiedad aumentan el riesgo de desarrollar tinnitus. Un síntoma frecuente de la pérdida auditiva. Técnicas como la meditación y la respiración profunda pueden ayudar a reducir el estrés y mejorar nuestra salud auditiva.

La contaminación acústica.

Sin duda, desenvolvernos en ambientes excesivamente ruidosos afecta a la salud de nuestros oídos con el tiempo. El portal de Medioambiente y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Zaragoza señala que la contaminación acústica es el segundo factor medioambiental más perjudicial para la salud en Europa, después de la calidad del aire.

El ruido es un agente contaminante que con frecuencia se escapa a nuestro control. Vivir en una ciudad, con todo el ruido ambiente que nos rodea: los coches transitando por las avenidas, el ruido de las obras en la vía pública, la entrada y salida de los niños de los colegios, etc. son fenómenos que con el tiempo pasan factura a la salud de nuestros oídos.

La contaminación acústica tiene efectos para la salud que van más allá de la sordera. Nos producen una excitación nerviosa que causa estrés, ansiedad, alteraciones del sueño, trastornos metabólicos como la diabetes y la obesidad y, desde luego, una reducción en nuestro rendimiento laboral o académico.

Para mantener una buena salud auditiva se recomienda no exponerse a sonidos superiores a 80 decibelios (dB), sin embargo, muchas de las situaciones habituales que vivimos en el día a día, exceden este índice. El uso de una aspiradora doméstica, ya emite 85 dB. Las motocicletas y las herramientas eléctricas producen entre 90 y 100 dB, dañando nuestros oídos tras dos horas continuadas de exposición a este ruido. Asistir a un concierto de música en vivo genera un mínimo de 120 dB. Algo que puede dañar el oído en menos de 15 minutos. El despegue de un avión produce más de 130 dB.

Una avenida con tráfico rodado, de esas que tenemos en nuestras ciudades, deja un ruido de fondo de unos 85 dB durante casi todo el día, alcanzando picos que superan los 100 dB. Un entorno pernicioso en el que viven muchas personas.

La importancia de la detección temprana.

Varios otorrinos que hemos consultado nos hablan de la importancia de la detención temprana de la pérdida auditiva. Para ello es recomendable acudir a un centro auditivo o a un especialista en el momento en que percibamos una pérdida de audición, por leve que sea.

La detección temprana de las pérdidas de oído permite tomar medidas para frenar su desarrollo y preservar una buena calidad de vida. No olvidemos que la pérdida de oído afecta a nuestra vida cotidiana y a la forma en la que nos relacionamos con los demás.

La dificultad para escuchar conversaciones en entornos ruidosos, la necesidad de subir la radio o la televisión cada vez que la encendemos, la dificultad para escuchar el timbre de la puerta o el teléfono, ya nos indica que tenemos algún problema que afecta a nuestros oídos.

La pérdida auditiva es acumulativa, pero se puede frenar su desarrollo. Es importante descubrir el origen y los factores desencadenantes de este fenómeno. Para evitarlos, en la medida de lo posible.

En enfermedades como la otosclerosis, la perforación del tímpano o las malformaciones del conducto del oído, la cirugía y la colocación de implantes han demostrado ser soluciones efectivas.

Por otro lado, dispositivos como los audífonos no solo mejoran nuestra audición, amplificando el sonido, sino que detienen el deterioro del oído interno y la destrucción de células pilosas.

La salud auditiva es una parte importante de nuestra salud general. Un aspecto al que debemos prestarle atención, especialmente, a medida que vamos cumpliendo años. Con ello mejoraremos nuestra calidad de vida.

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