Cuando se escucha una historia sobre niños pequeños enfermos, o que tienen alguna dificultad, se nos encoge el estómago y el primer pensamiento que nos viene a la cabeza es: pobrecito/a. Sin embargo, hoy no vengo a provocaros eso, hoy vengo a hablaros de superación y de una niña feliz.
Ana nació con muy poca audición en ambos oídos a causa de que su madre contrajo la conocida “enfermedad del beso” cuando estaba embarazada. Se trata del citomegalovirus, un virus que puede o no atacar al feto de diversas maneras. Actualmente Ana escucha perfectamente gracias a sus audífonos, cortesía de la empresa innnovaudiosa.com que tuvo a bien regalárselos el año pasado, pero hasta hace menos de 15 meses, la pequeña Ana, de 4 años, no había escuchado nada en su vida.
El citomegalovirus no es sólo algo de ambientes desprotegidos o suburbanos, cualquiera de nosotros puede contraerlo, lo que ocurre es que el 80% de los bebés nacidos con esta infección nunca tienen problemas, mientras que otros, un pequeño porcentaje en comparación, pueden sufrir graves defectos de nacimiento, como la pérdida auditiva y discapacidades del desarrollo.
Ana nació sin audición y su familia, de clase muy humilde, no tenía capacidad económica para tratar su problema. Sin embargo, Ana creció feliz. Reía y jugaba como todos los demás y mantenía largas conversaciones con su hermana mayor Sara, quien la entendía a las mil maravillas con tan sólo mirarla. Desgraciadamente, eso, en nuestra sociedad, no es suficiente. Ana tenía que aprender a hablar y a comunicarse por signos y en su situación era muy complicado. Sus padres pidieron ayuda en varios sitios, todos los que conocían, pero las largas colas de espera hacían que su hija fuera viendo pasar los días mientras se acercaba su época de escolarización sin ningún tipo de ayuda.
Al final, a través de una asistente social que movió cielo y tierra por ayudar a la pequeña Ana, consiguieron que una empresa de Madrid le facilitara los audífonos que necesitaba y, de pronto, un día, la pequeña escuchó la voz de su madre por primera vez.
Un simple gesto de cooperación y ciudadanía, una pequeña donación, va a hacer posible que Ana tenga una vida mucho más fácil y adaptable a nuestra sociedad, sin embargo, el caso de Ana no es algo aislado y no todos tenemos acceso a información que podría proteger a nuestros bebés del temido virus.
Cómo protegernos del CVM
Los medios más comunes de exposición al citomegalovirus son a través del contacto con la saliva y la orina de los niños pequeños o mediante contacto sexual. Los niños pequeños pueden transmitir el CVM durante meses después de infectarse, Aun así, no se transmite fácilmente. Uno de cada cinco padres de niños que tienen infecciones del CVM activas se infecta en el transcurso de un año.
Las mujeres embarazadas pueden tomar medidas para reducir su riesgo de exposición al CMV y disminuir así el riesgo de infectar al bebé. Dado que la infección por el CMV es común netre personas sanas y generalmente no produce síntomas, en la mayoría de los casos no es seguro realizar esfuerzos para prevenir la transmisión en la mayoría de los grupos de personas.
Para evitar la exposición a los líquidos corporales de los niños que puedan contener CMV:
- Lávese las manos a menudo con agua y jabón durante 15-20 segundos, especialmente después de:
- Cambiar pañales
- Dar de comer a niños pequeños
- Limpiar la nariz o la saliva de los niños pequeños
- Tocar los juguetes de los niños
- No comparta alimentos ni bebidas con niños pequeños, y no use los mismos cubiertos.
- No se lave los dientes con el mismo cepillo que usó un niño pequeño.
- Evite el contacto con la saliva cuando le dé besos al niño.
No se ponga en la boca el chupete de bebé.