¿Conoces este tratamiento de la hernia discal?

hernia

Hace unos meses, mi madre empezó a quejarse de un dolor en la espalda que no se le iba con nada. Primero pensé que era algo normal, quizás una mala postura o un esfuerzo mal hecho, pero, con el tiempo, el dolor se volvió un diario. Así que finalmente, tras varias visitas al médico y una resonancia, llegó el diagnóstico: hernia discal.

Mi madre, como muchas otras personas, se asustó mucho cuando escuchó ese nombre. Lo primero que me dijo fue: «¿Y si me opero y me quedo paralítica?«. Ese miedo a los tratamientos es muy común, sobre todo cuando hablamos de la columna vertebral, que parece un lugar muy «delicado«. Por eso, me puse a investigar sobre todas las opciones de tratamiento, desde las tradicionales hasta las más innovadoras.

Y hoy quiero compartir contigo lo que aprendí, porque sé que hay muchas personas como mi madre que tienen miedo y no saben qué hacer.

 

¿Qué es la hernia discal y cuáles son sus síntomas?

Para entender bien de qué estamos hablando, primero hay que saber qué es una hernia discal.

La columna vertebral está formada por vértebras y entre ellas hay discos que funcionan como «amortiguadores«. Estos discos tienen una parte blanda en su interior y una más dura por fuera. Cuando el disco se desgasta o se somete a demasiada presión, la parte blanda puede salir hacia afuera y presionar los nervios cercanos. Eso es una hernia discal.

 

Los síntomas dependen de dónde esté la hernia, pero los más comunes son:

  • Dolor intenso en la espalda o en el cuello.
  • Dolor que se extiende a brazos o piernas (según la zona afectada).
  • Hormigueo o adormecimiento en manos, brazos, pies o piernas.
  • Debilidad muscular.
  • Dificultad para moverse o realizar ciertos movimientos.

El dolor puede ser leve o muy fuerte, y en algunos casos, la hernia puede no causar síntomas.

Pero cuando duele, duele de verdad.

 

¿Solo afecta a las personas mayores? No, puede salirte una a cualquier edad

Mucha gente piensa que la hernia discal es «cosa de viejos«, pero la realidad es que puede aparecer a cualquier edad. De hecho, hay jóvenes de 20 o 30 años que ya tienen hernias, aunque es más común en personas mayores de 40.

 

¿Cómo puede salirte una hernia discal joven? Pues aquí algunos ejemplos:

  • Mala postura: Pasar horas encorvado frente al ordenador o mirando el móvil.
  • Cargar peso de forma incorrecta: Levantar objetos pesados sin flexionar las rodillas.
  • Lesiones deportivas: Deportes de impacto o movimientos bruscos pueden desgastar los discos.
  • Falta de ejercicio: La inactividad debilita los músculos que protegen la columna.

Es decir, si eres joven y piensas que «a ti no te va a pasar«, piénsalo dos veces.

 

Tratamiento de sistema de descompresión vertebral: cómo funciona, cómo se hace

La Clínica Lopez Corcuera está especializada en fisioterapia y osteoparía, y tiene totalmente claro que una de las opciones menos invasivas y bastante efectiva para tratar la hernia discal es el sistema de descompresión vertebral.

¿Cómo funciona? Es un tratamiento no quirúrgico que usa una máquina especial para estirar la columna de forma controlada. La idea es aliviar la presión en los discos, lo que va a permitir que la hernia se reduzca y que el disco se «reacomode» en su sitio.

 

El procedimiento es así:

  1. El paciente se acuesta en la máquina de tracción.
  2. Se ajustan correas y arneses para sujetar el cuerpo.
  3. La máquina comienza a estirar la columna de manera progresiva.
  4. Cada sesión dura entre 20 y 45 minutos.
  5. Se realizan varias sesiones durante unas semanas.

Este tratamiento no duele y es bastante seguro, pero no todas las personas son candidatas.

Siempre hay que consultar a un especialista antes de probarlo.

 

¿Cómo prevenir la hernia discal? Consejos y trucos

Lo mejor que podemos hacer es evitar que la hernia aparezca en primer lugar.

Algunas recomendaciones son:

  • Cuida tu postura: Mantente erguido al sentarte, trabajar o caminar. Si pasas muchas horas frente al ordenador, ajusta la altura de la pantalla y usa una silla ergonómica.
  • Haz ejercicio regularmente: Mantenerte activo fortalece los músculos de la espalda. Actividades como pilates y yoga son excelentes porque mejoran la flexibilidad y reducen la tensión en la columna.
  • Evita cargar objetos pesados incorrectamente: Si tienes que levantar algo pesado, flexiona las rodillas y usa la fuerza de las piernas en lugar de la espalda. No hagas movimientos bruscos y, si puedes, pide ayuda.
  • Controla tu peso: El sobrepeso pone más presión en los discos de la columna, aumentando el riesgo de hernias. Mantener un peso saludable reduce esa carga y previene problemas.
  • Descansa bien: Un buen descanso es clave para la salud de la columna. Usa un colchón firme pero cómodo y una almohada que mantenga tu cuello alineado con la espalda.
  • Evita el sedentarismo: Pasar muchas horas sentado sin moverte es muy perjudicial para la columna. Levántate cada cierto tiempo, estírate y camina un poco para evitar tensiones.

Siguiendo estas recomendaciones, reduciremos mucho el riesgo de desarrollar una hernia discal y mantenemos nuestra espalda sana a largo plazo.

 

¿Qué hacer cuando ya te ha salido? Cómo hacer que NO empeore y cuándo tratarla

Si ya tienes una hernia discal, lo importante es que no empeore. Algunos consejos clave:

  • Evita esfuerzos innecesarios.
  • No pases mucho tiempo en la misma posición.
  • Haz fisioterapia.
  • Consulta sobre tratamientos como la descompresión vertebral.
  • No te automediques, consulta con un especialista.

Si el dolor es leve, el tratamiento puede ser conservador (fisioterapia, antiinflamatorios, cambios en el estilo de vida).

Pero si el dolor es severo o hay problemas neurológicos (como pérdida de fuerza), podría ser necesario un tratamiento más avanzado, incluso una cirugía.

 

¿Puede el estado emocional empeorar el dolor?

Hay un factor clave que muchas veces ignoramos: el estrés. Sí, el estrés y la ansiedad pueden aumentar la intensidad del dolor y dificultar la recuperación de una hernia discal.

 

¿Por qué ocurre esto?

El estrés provoca tensión muscular, especialmente en la espalda y el cuello. Cuando estamos tensos, los músculos se contraen de forma involuntaria, lo que aumenta la presión sobre los discos intervertebrales. Esto no solo agrava el dolor de una hernia, sino que puede contribuir a la aparición de nuevas lesiones.

Además, el estrés afecta el sistema nervioso. La tensión emocional puede hacer que nuestro umbral del dolor disminuya y que percibamos el dolor con mayor intensidad. También puede alterar el sueño, algo clave para la regeneración de los tejidos y la recuperación de la espalda.

 

¿Qué podemos hacer?

Si sufres de hernia discal y notas que el estrés empeora tu dolor, aquí van algunos consejos:

  • Practica técnicas de relajación: Respiración profunda, meditación o mindfulness pueden ayudarte a reducir la tensión muscular.
  • Realiza ejercicios suaves: Caminar, nadar o hacer yoga ayuda a liberar endorfinas, que son analgésicos naturales.
  • Cuida tu sueño: Intenta mantener un horario regular y dormir en una postura adecuada para evitar tensión en la columna.
  • Busca apoyo emocional: Hablar con un terapeuta o un grupo de apoyo puede ser útil para gestionar mejor el estrés y evitar que este afecte tu bienestar físico.

El estrés no causa una hernia discal por sí solo, pero puede hacer que el dolor se vuelva más insoportable. Así que, además de cuidar la postura y hacer ejercicios, también es fundamental aprender a gestionar las emociones para mejorar la calidad de vida.

 

Cuida tu postura en tu trabajo, con tus colegas, y hagas lo que hagas

Algo que he aprendido con la experiencia de mi madre es que la salud de la espalda no es un juego. Muchas veces sacrificamos nuestra postura por comodidad o por acabar rápido un trabajo, pero eso pasa factura. No vale la pena dañarse la espalda por una tontería.

Si trabajas muchas horas sentado, usa una silla ergonómica con buen soporte lumbar. Ajusta la altura del escritorio y la pantalla para que tu espalda se mantenga recta y tus ojos estén alineados con la pantalla. Además, levántate cada media hora, estira las piernas y haz pequeños ejercicios de movilidad.

Si trabajas de pie, procura mantener una postura erguida sin sobrecargar un solo lado del cuerpo. Usa calzado cómodo y adecuado que amortigüe el impacto en la columna. Si tu trabajo implica estar de pie por largos periodos, intenta alternar el peso entre ambas piernas y realiza pequeñas pausas para moverte.

Si cargas peso, hazlo correctamente. Flexiona las rodillas, mantén la carga cerca del cuerpo y evita girar la espalda mientras levantas el objeto. No subestimes el riesgo de una mala postura al levantar algo pesado; un movimiento incorrecto puede ser suficiente para lesionarte.

También es importante evitar encorvarse al mirar el móvil o leer. Mantén la pantalla a la altura de los ojos para no forzar el cuello y la espalda.

Son pequeños cambios en el día a día que, si los incorporamos como hábitos, pueden evitar muchos problemas de espalda a largo plazo.

 

¡Cuida la salud de tu espalda!

Sé que puede dar miedo, sobre todo cuando escuchas palabras como «columna vertebral», pero hay muchas opciones antes de llegar a una cirugía.

Lo importante es informarse y actuar a tiempo. No dejes que el miedo te paralice. Hay tratamientos efectivos y maneras de mejorar la calidad de vida. Y si no la tienes, empieza a cuidar tu espalda desde ya.

¡Tu salud es lo primero!

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