Algunos centros geriátricos están desarrollando una práctica innovadora en el tratamiento de sus residentes, la cual se trata en que interactúen con niños. Esto porque se ha descubierto que los niños tienen un efecto significativo en los adultos mayores: las personas de la tercera edad elevan sus niveles de compromiso, ganan mayor vitalidad y se despiertan sentimientos de alegría; incluso, esta práctica está ayudando a pacientes con Azheimer.
Luchando contra el “Edadismo”
El edadismo es un término que hace referencia al conjunto de mitos, prejuicios y estereotipos asociados al envejecimiento. Y es que a medida que se ha ido aumentando la esperanza de vida, también se han ido incrementado los prejuicios sobre los adultos mayores.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define el edadismo como «los estereotipos, los prejuicios y la discriminación contra las personas debido a su edad». A lo que, en un debate organizado por HelpAge, en el que participaron personas mayores, ellas mismas lo definieron como «… acciones directas o indirectas por las cuales alguien es excluido, considerado diferente, ignorado o tratado como si no existiera, por su edad».
A veces es nuestra propia familia la que nos etiqueta como viejos, y con eso viene la idea de que ya no eres útil, ya no puedes hacer nada.
El edadismo puede manifestarse de muchas formas, por ejemplo, las edades de jubilación obligatorias, los límites de edad en el acceso a los servicios de atención médica y los límites de edad en la recopilación de datos, siendo que muchos sistemas de recogida de datos no incluyen a las personas de más de 49 años. Incluso, los medios de comunicación también juegan un papel muy importante en la imagen que se percibe de las personas mayores.
La triste realidad es que en todas las sociedades existen estereotipos sobre las personas mayores y sobre la vejez. Por ejemplo, se asocia la edad avanzada con fragilidad, dependencia o deterioro físico y mental. Esto origina prejuicios, prácticas discriminatorias y desigualdad, y además, le quita el mérito a las distintas experiencias de envejecimiento que cada persona. También se piensa que las personas mayores no reciben siempre el apoyo de otros miembros de la familia, por lo que no se les proporciona la ayuda ni los servicios que realmente necesitan, cuando en muchos casos estas personas no cuentan con ningún apoyo, encontrándose solas en caso de una crisis, una catástrofe natural o un conflicto armado.
Tanto es así la discriminación que es muy probable que, cuando se pregunta a un joven acerca su pensamiento sobre las personas mayores este conteste con una descripción estereotipada. De seguro dirá algo como que son personas enfermas, con pérdidas de memoria, aisladas, solitarias, depresivas, anticuadas, dulces, cariñosas, entre otros adjetivos. Y es que suele pasar que las realidades entre ambas generaciones son tan diferentes que la comunicación y la comprensión entre ambas se hace más difícil.
Incluso, en España el edadismo también existe, y así lo demuestra el informe “La Discriminación por razón de edad en España” de HelpAge España, donde se habla de la discrimnación que viven los adultos mayores en el país.
Los centros de cuidado buscan como ganar la batalla
Buscando nuevas formas de regalarle una vejez digna, feliz y activa a los adultos mayores, los centros de cuidado han comenzado a establecer alianzas estratégicas con centros de cuidados de menores para organizar actividades en conjunto que beneficien tanto a los niños como a las personas de la tercera edad. El objetivo principal es crear programas regulares que incluyan lecturas, actividades con rompecabezas, juegos de mesa y más, donde ambas generaciones compartan entre ellas.
Esto porque se ha identificado que las personas con algunos tipos de demencia como el Alzheimer logran mayor nivel de compromiso positivo en su interacción con los niños, los adultos sonríen más y se tornan más conversadores en contacto con los niños, y los adultos con demencia pueden enseñar a los niños a clasificar por formas y colores o cómo limpiar objetos. A su vez, los niños que participan experimentan menor número de problemas de comportamiento y mejora su desarrollo social.
El reto es que este tipo de estrategia no es nada sencilla, pues requiere de un buen nivel de planificación y cuidados, considerando que los niños y los ancianos, sobre todo aquellos con algún tipo de demencia, pueden tener comportamientos impredecibles. Por lo mismo, el personal encargado de las actividades debe procurar en todo momento un control adecuado para evitar incidentes.
Además, se requiere que los locales en los que se ejecutan este tipo de actividades tengan un espacio adecuado para atender a todos los participantes.
Lo bueno es que es un trabajo en el que todos pueden ayudar. Las personas que tienen hijos menores pueden regalar un poco de alegría a personas internadas en centros de cuidado de adultos mayores con demencia o pueden visitar a aquellas personas de la tercera edad que permanecen en sus casas.
Es una ayuda que beneficiará a todos los involucrados, ya que mientras que las personas que realizan actividades de voluntariado elevan su sensación de felicidad al participar en actividades de ayuda a terceros, los adultos mayores comienzan a ver una mejoría en su condición y su calidad de vida.
Ventajas de esta relación
El personal especializado del Servicio de Atención Domiciliario Cuidado en Casa, nos comentan las ventajas que las relaciones entre jóvenes y mayores tienen para ambos colectivos:
· Para los más mayores
Los beneficios de ésta relación para las personas mayores son varios. Puede ayudarles a conseguir cambios positivos de humor y un aumento significativo de la vitalidad, la autoestima, la motivación, la valía personal y la sensación de ser necesitados.
También adquieren un renovado aprecio por las propias experiencias vividas en el pasado, una reducción de los síntomas depresivos y se fortalecen frente a la adversidad.
Todas estas mejoras, a su vez, les ayudan a afrontar mucho mejor la enfermedad mental y desarrollan habilidades sociales, empáticas y de memorización. Además de potenciar cualidades como la flexibilidad.
· Para los jóvenes
Sin embargo, las personas jóvenes también obtendrán variados beneficios. Cuando juntamos a los jóvenes con los mayores, el rendimiento académico de los primeros mejora.
También se sienten más alegres, fortalecen su autoestima, motivación, optimismo e impulsa sus habilidades de planificación. La motivación que aporta esta relación ayuda a reducir las conductas antisociales, limitan las conductas de riesgo para la salud, participan en más actividades físicas y fortalecen las relaciones sociales con su entorno.
Por otra parte, los ancianos suelen ser una gran fuente de sabiduría, ya que tienen una biblioteca de experiencias que han acumulado durante toda su vida, que los jóvenes pueden y deben aprovechar para adquirir más conocimientos y empatía. Además que a través de los recuerdos de los más mayores se puede aprender de historia y hasta de nuestros orígenes.
Siempre debemos mantener presente que cada generación tiene algo que aportar a la otra y que todos somos de utilidad. Los jóvenes pueden ayudar a los mayores a adaptarse a las nuevas tecnologías y los mayores pueden ayudar a los jóvenes a entender la historia, los orígenes y la evolución.
Actividades para fomentar la relación entre generaciones
Los abuelos pueden compartir con sus nietos cantando y bailando, y compartiendo conocimientos populares y experiencias pasadas que transmitan historia y enseñanzas.
Así, este tipo de actividades les van proporcionando gran fortaleza y motivación, un empuje e inyección de energía que a niveles emocionales tienen un efecto más que positivo. Por ejemplo, como dijimos anteriormente, el anciano que es estimulado y motivado de manera constante se enfrentará al deterioro de su cuerpo con una capacidad de resiliencia mucho mayor que aquellos que están aislados.
Si de todas maneras esta interacción no se da de forma natural, algunas ideas para fomentarla son:
- Proponer historias o cuentos favoritos que hagan referencia a la familia (padres, abuelos y hermanos) como elemento referente para los niños de aquellas cosas que tienen en común con sus abuelos. Además de estar evocando y recordando, lo que supone un ejercicio de memoria, se trabajan habilidades comunicativas, discursivas y la creatividad.
- En esta misma línea también podemos utilizar los juegos populares: parchís, puzles, juegos de cartas, escondite, etc., que se pueden adaptar a los gustos, al tiempo disponible y otros factores.
- Practicar juntos actividades plásticas y manuales como dibujo o pintura. Con esta práctica se explota la creatividad, lo cual ayuda a los adultos a dejarse llevar por su imaginación, evitando que se frene su desempeño intelectual. Además, este tipo de actividades ayudan a explorar capacidades artísticas y a ejercitar habilidades motoras finas en ambas edades.
- Por último, la más sencilla pero igual de importante: la simple conversación. El intercambio de ideas de parte de los niños y los consejos aportados desde la experiencia de los ancianos hacen que el diálogo sobre temas tan triviales como los platos de comida favorita puedan evolucionar hacia la importancia de la educación y el respecto a los mayores.