Ser madre o padre conlleva una serie de responsabilidades que no son un asunto baladí. Suele decirse que, cuando nace un bebé, la vida cambia por completo para las personas que lo han concebido. Y esa afirmación es tan real como la vida misma. Pero, muy al contrario de lo que la gente piensa, las responsabilidades no se encuentran solo al principio de la vida de ese bebé, sino que se mantienen a medida que pasan los años y transcurre la infancia del menor. Hasta que cumplen los 18 años o se independizan, los menores son responsabilidad, en mayor medida, de sus padres o tutores legales.
Entre las muchas cosas que hay que organizar para garantizar la felicidad y el correcto desarrollo del menor se encuentra el apuntarle a diferentes clases o actividades extraescolares. Todas aquellas personas que os hayáis encontrado a cargo de un menor sabréis perfectamente de lo que estamos hablando. Y es que, en ocasiones, este asunto puede llegar a ser un verdadero rompecabezas. Cuando llega septiembre, desde luego, entre el inicio del colegio y las actividades extraescolares recuperamos la normalidad perfiles durante los meses de verano.
Pero, ¿De verdad son tan importantes las actividades extraescolares? La verdad es que son muchos los expertos que así lo consideran. Una noticia que fue publicada en el portal web El Blog Infantil indicaba que este tipo de actividades, realizadas más allá de las vallas del colegio, tienen una importancia tremenda a la hora de que el menor termine de desarrollarse como persona y para que además se socialice en mucha mayor medida. Los beneficios que esto aporta son tremendos y permiten que el niño o niña, en resumidas cuentas, pierda timidez y se convierta en una persona extrovertida y simpática.
Otro artículo, en este caso publicado en la página web Guía Infantil, hacía referencia a las actividades que son más propicias para cada niño o niña según su edad. Esta información es realmente importante puesto que los niños cambian de gusto muy rápido y los que escojamos para ellos en un curso pueden variar de manera radical durante el siguiente. En todo caso, sigue siendo necesario que haya una serie de actividades a realizar además del colegio, siempre sin agobiar al menor y sin obligarle a que participe en aquello que nosotros queremos.
Las actividades extraescolares constituyen una pieza angular básica para el desarrollo personal de un niño o niña y no vale solo para mantener ocupados a los más pequeños mientras los padres y madres trabajan. Es una manera perfecta para que descubran otros aspectos de la vida y que les van a ser de utilidad en un futuro. Los trabajadores y trabajadoras de Actividades Extraescolares Madrid nos han indicado en una charla reciente que son muchas las familias que confían en este tipo formación para complementar el crecimiento y el desarrollo de los menores. Los resultados, en una amplia nómina de casos, son positivos.
Deporte y cultura, una mezcla perfecta
Podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que cualquier actividad extraescolar tiene efectos positivos sobre la actitud y el desarrollo personal de los menores. Muchas familias apuestan por el deporte como la actividad extraescolar de referencia y no se equivocan puesto que el deporte va asociado a valores como compañerismo o la capacidad de sacrificio. Otras apuestan por la cultura, que es un acierto en toda regla puesto que permite que el menor busque y quizá encuentre una vocación a la que dedica el resto de su vida. Sea como sea, queda fuera de toda duda que hacer algo más allá del colegio termina generando buenas vibraciones en la infancia de los niños y niñas.
Mantener activos y despiertos a los pequeños es una manera de que no se duerman en los laureles y que, además, no se queden parados delante de un ordenador durante toda su infancia. Se están generando nuevos hábitos entre los más pequeños que hacen que sea muy complicado que cosas tan comunes como salir a la calle a pegarle unas cuantas patadas a un balón sea cada vez más raro. Y eso terminará creando problemas más pronto que tarde. Entre otros, problemas asociados a una vida sedentaria y a una mente no demasiado acostumbrada a pensar por sí misma.
Los más pequeños son el futuro de nuestra sociedad, nuestro futuro. Y darles una buena educación siempre tiene que ser prioritario ante cualquier otra cosa. Esa educación de la que estamos hablando va más allá de la que se imparte en los colegios, porque no solo allí pueden aprender todo lo que implica el simple hecho de vivir. La adquisición de valores depende de otras muchas cosas que no pueden perderse y de las que no se arrepentirán a largo plazo.