En la antigua Grecia existían 7 artes: arquitectura, escultura, pintura, música, declamación y danza. Su conocimiento era fundamental en la formación del ser humano, al tiempo que su disfrute era alimento para el espíritu. En la enseñanza moderna la formación artística es poco menos que anecdótica.
Si un niño quiere aprender a tocar un instrumento musical o quiere hacer teatro, sabe que en el colegio no le van a enseñar. Y eso que todos los expertos coinciden en señalar que estas actividades artísticas tienen beneficios en el aprendizaje de otras asignaturas.
Las actividades artísticas, salvo el dibujo, que aparece de forma puntual en la enseñanza infantil y reaparece en bachillerato en su aspecto técnico, no tienen presencia en los planes de estudio oficiales. Se utilizan como recursos educativos, pero nunca como una asignatura en sí misma.
Para poder estudiar algo de expresión artística en los colegios, tienes que recurrir, con suerte, a las actividades extraescolares. Pero con frecuencia el nivel formativo es bastante bajo.
Lo podemos ver en la música. Ana, una madre valenciana de un niño de 7 años, inscribió a su hijo en Piccolo, una escuela de música de Mislata, donde imparten formación musical desde los 2 años. En estas escuelas de música se enseña solfeo, a leer música y a tocar un instrumento. Un nivel de formación difícil de encontrar en los colegios.
En la Grecia antigua, la primera civilización que se plantea de forma integral la educación, la formación de un estudiante abarcaba 3 áreas: la científica, la humanística y la artística. En gran medida, el conocimiento estaba entremezclado en estos tres campos. Los grandes científicos griegos como Arquímedes y Pitágoras eran a su vez filósofos, y en el caso de Pitágoras, músico.
La idea es que el hombre tuviera una visión lo suficientemente amplia como para entender el mundo en todas sus facetas. La enseñanza estaba incompleta si no tenía su formación artística.
Veamos, analizando algunas disciplinas artísticas, cómo estas influyen en la formación de nuestros hijos.
La música.
Estudiar música desarrolla la memoria y la concentración. Dota al niño de unas habilidades en el manejo de las variables espacio-temporales que desarrollan su capacidad cerebral. Le ayudan a que piense más rápido. La música se basa en la gestión de sonidos y silencios, buscando una coherencia entre ellos. La teoría musical utiliza el lenguaje matemático. 8 semicorcheas equivalen a una blanca. Así se representa la música.
Estudiar música es una carrera paralela. El niño empieza estudiando teoría musical, después la aplica a un instrumento y va avanzando cursos hasta el llegar hasta el nivel que quiere alcanzar. La carrera de piano, por ejemplo, dura 14 años.
En el aprendizaje de ciertos instrumentos, que se realiza de una forma menos ortodoxa, como puede ser la guitarra, el proceso de aprendizaje puede durar toda la vida. Hay guitarristas profesionales que siguen recibiendo clases para mejorar el dominio del instrumento.
Para estudiar música, con un cierto nivel de calidad, un niño tiene que matricularse en un conservatorio o asistir a una academia de música. El aprendizaje de la música es exigente. Requiere constancia y dedicación. En ocasiones es como asistir a un segundo colegio. Por suerte, la música puede llegar a ser bastante gratificante y convertirse para el niño en una formación que le aporta un enriquecimiento que no encuentra en otras asignaturas.
Dibujo y pintura.
El blog de la página web Superprof nos recuerda que el dibujo está presente en la enseñanza primaria dentro de la asignatura de Educación Plástica y vuelve a reaparecer en bachillerato científico y en el artístico en la materia de Dibujo Técnico.
Algunos dibujantes y pintores opinan que la enseñanza del dibujo está infravalorada en los planes de estudio. Aparte de que dibujar sea un medio de expresión para los niños, en el que plasman su visión de la vida y sus preocupaciones, estudiar dibujo les permite manejar los volúmenes, la perspectiva, la proporción, el enfoque… Variables que están directamente relacionadas con las matemáticas.
Un estudio de los grandes pintores de la historia, para analizarlos técnicamente, como Velázquez, Rubens, Rembrandt, Goya, Van Gogh, Picaso refuerza sus conocimientos de historia e historia del arte, al tiempo que les permite conocer técnicas concretas.
El dibujo aumenta la concentración y la atención a los detalles. Con el dibujo el niño desarrolla el pensamiento visual. La visión panorámica. La capacidad de ver una escena en su conjunto y luego asimilarla por partes, haciendo que todo se encuentre integrado en un conjunto. Un sistema de pensamiento científico que le reporta beneficios en otras áreas del aprendizaje.
Para que un niño estudie dibujo y pintura, con un nivel formativo aceptable, irremediablemente tiene que acudir a una academia. En sus clases lograrán sacar de él todo el potencial que lleva dentro.
Teatro.
Cuando los griegos hablaban de declamación, en esta categoría incluían el teatro, la poesía y la narración de historias.
El teatro se utiliza en los colegios como un recurso. Es habitual que las escuelas organicen funciones de fin de curso en las que los niños representan una obra de teatro delante de sus padres. En algunos colegios se ofrecen clases extraescolares de teatro.
En los colegios no están aprovechados todos los beneficios que el teatro puede aportar en la formación de un niño.
Para empezar, el teatro fomenta la lectura y amplía el vocabulario de los niños. Potencia la memoria. El actor debe leer y memorizar el guion para después interpretarlo.
El teatro desarrolla la expresión oral y corporal de los niños. Mejora su dicción, la proyección de la voz y el empleo de sus gestos y de su cuerpo para comunicar. Enseñándoles, no solo a utilizar las palabras, sino a transmitir con ellas. Con el teatro, los niños aprenden a hablar en público. Les ayuda a vencer sus temores y les dota de herramientas para transmitir sus ideas y pensamientos.
Con el teatro los niños exploran toda una gama de emociones y aprenden a utilizarlas de forma controlada. Fomenta la empatía. El niño actor se mete en la piel de otra persona para interpretar un papel, lo que le permite, hasta cierto punto, entenderlo.
A todo esto hay que añadir que el teatro es una manifestación cultural colectiva. Los niños aprenderán a trabajar en equipo, estableciendo relaciones de colaboración entre ellos. Todo el grupo de teatro ha de trabajar coordinado para sacar la obra adelante.
Como sucede con la música, el teatro se enfrenta a la prueba del público. Si los espectadores aplauden la obra, significa que el trabajo está bien hecho. Esto anima al niño a seguir estudiando e interpretando. Si la actuación no ha tenido el efecto esperado, llega el momento de ser autocrítico. Buscar los errores y de aprender de ellos para mejorar.
Por desgracia, cada vez hay menos grupos de teatro infantil, en los que tu hijo si le gusta, pueda ejercer la interpretación. Pero si buscas, probablemente encuentres alguno.
Escritura.
A los niños nos enseñan a ser buenos lectores desde pequeños, pero no nos enseñan a escribir, ni siquiera en la universidad. Me explico. Nos enseñan gramática y ortografía para redactar correctamente, pero no nos educan para estructurar bien una historia y transmitir con ella un mensaje.
Redactar cuentos es un ejercicio que, de vez en cuando, los profesores de lengua y literatura utilizan para incentivar a los alumnos. La redacción es un elemento para estimular la imaginación y comprobar el dominio del lenguaje que tiene el niño, pero poco más.
Carolina Pittanari, licenciada en Comunicación Social, explica en el blog El Rincón Infantil, editado por la Biblioteca Urquiza de Bilbao, como leer y escribir son dos pilares fundamentales en el desarrollo de una persona. Digamos que la lectura es el alimento, el lugar del que extremos la información, y la escritura es la digestión.
Escribir, además de desarrollar la creatividad y la imaginación, ayuda a estructurar el pensamiento. La gente pensamos escribiendo. El acto de escribir nos permite expresar nuestras ideas, organizarlas y exponerlas para los demás y para nosotros mismos.
Redactar tiene la capacidad de desarrollar la capacidad de síntesis y el desarrollo de los aspectos secundarios y complementarios. Al sintetizar una historia o un artículo en una idea, centramos el discurso en un punto. Es el mensaje que queremos transmitir. Después, para que sea comprensible, presentamos los aspectos secundarios.
Contar una historia no es muy distinto. La idea central recorre todo el argumento y se materializa en la parte final. Las explicaciones para entender el mensaje aparecen en los personajes y en las aventuras que estos protagonizan.
Las historias tienen el poder de transmitir el conocimiento. Se cuenta que en la prehistoria, los cazadores de las tribus se reunían en torno al fuego y transmitían sus vivencias en forma de historias. De esta manera, los oyentes aprendían donde podían cazar y donde no y los peligros que podían encontrar.
Los abuelos transmiten sus conocimientos a sus nietos en forma de historias. Les cuentan cuentos y, a veces, sus batallitas, para transmitir su experiencia a las generaciones futuras. Es una forma oral de literatura.
La enseñanza de las artes es fundamental para el desarrollo de los niños.